Colaborador en la Fundación del Instituto Ambrosio A. Tognoni
Colaborador en la fundación de nuestra
escuela, el Dr. César Tognoni, nació en esta capital el 18 de marzo de 1905 y
falleció en esta misma ciudad, el 6 de diciembre de 1994.
Se doctoró en Química en la Universidad de Buenos Aires y continuó durante muchos años la
actividad industrial que la familia había iniciado cuando su abuelo fundó la primera fábrica de
aceites vegetales de la Argentina.
Durante su vida ocupó importantes cargos tanto en el ámbito oficial como en la actividad
privada, siendo Vicepresidente de la Bolsa de Comercio, Presidente de la Cámara Arbitral de
Aceites Vegetales, miembro de la Comisión Directiva de la Bolsa de Cereales, Vicepresidente del
Consejo Interamericano de Comercio y Producción, Secretario de la Cámara Internacional de
Comercio, Vicepresidente de la Asociación Química Argentina, Vicepresidente del Banco Francés,
Presidente del Rotary Club de Buenos Aires y Subsecretario del Ministerio de Bienestar Social.
Sin embargo, tanta actividad no le impidió dedicarse a las obras de bien y en ese sentido
impulsó la creación de la Fundación César Ambrosio Tognoni, para el niño, el joven y el anciano,
institución de bien público que ayudó durante largo años a casi cuarenta obras de diversa
actuación en nuestro medio.
En sus propias palabras resumiremos los móviles que lo llevaron a la determinación de
concretar el accionar de la Fundación. "Debo mencionar antes que nada, la memoria de mis
antepasados, cuya dedicación al trabajo, al progreso y al adelanto de/ país, constituyen para mí
no sólo un ejemplo sino un verdadero mandato. Entre otros móviles que contribuyeron también a mí
determinación tuvo especial significación el sentimiento patriótico, al ver a mi querido país
verdaderamente postrado por la acción nefasta de argentinos que no cumplieron con su deber Nada
se gana con lamentaciones sino que es imprescindible que cada cual aporte sus esfuerzos y su
acción a fin de levantar a la Patria para curar sus heridas y para que pueda emprender
nuevamente el camino que la conduzca a sus altos destinos. De ahí a meditar en cuál podría ser
mí contribución personal sólo había un paso. Comprendido mí deber tomé la firme determinación de
cumplirlo."
Basten estos pensamientos para aquilatar los valores morales de quien fuera nuestro
fundador, el cual solicitó que la escuela primaria llevara el nombre de su padre y el Jardín, el
de su madre.
Sus restos descansan, junto a los de sus padres, en la Parroquia San Ambrosio de esta
Capital, que él mismo ayudará a fundar.